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jueves, 10 de junio de 2010

¿Copa del Mundo?

Por JOAO PAULO CUENCA

Baja la temperatura en Rio de Janeiro. 18 grados es suficiente para que las mujeres cariocas usen botas de cuero, bufandas y sombreros.

Los hombres, también constreñidos por el frío, caminan por centro de la ciudad con las manos metidas en los bolsillos de abrigos arrugados.

Un poco antes del almuerzo, la fachada de una tienda de electrodomésticos muestra el último partido amistoso de la selección brasileña antes de la Copa en muchos aparatos de televisión. En otros tiempos se vería una multitud apiñada en la vereda pero hoy son pocos los que se mueven para ver a Brasil entrenándose contra Tanzania días después de que la selección más vencedora de la historia hubiera prestigiado la dictadura de Mugabe por algunas pocas monedas en Zimbabwe.

Con la pereza de una selección sin carisma y de un técnico antipático que pasa la mayor parte del tiempo de sus entrevistas atacando a la prensa, los diarios gastan sus páginas hablando sobre las vuvuzelas, el balón Jabulami y los contrastes de la sociedad africana. El clima, aparte del frio, anda agrio por aquí. Y poco interesa que Brasil se haya clasificado para la Copa del Mundo con muchos cuerpos de ventaja, aparte de haber vencido en la Copa América y la Copa de las Confederaciones bajo la administración Dunga. Nombres como Josué, Maicon, Felipe Melo, Elano y Michel Bastos nada significan para el carioca que no le hace caso a la apelación que le hacen las estaciones de televisión en las vísperas de Copa del Mundo. Después de la no convocatoria de los jóvenes Neymar y Ganso (que hicieron un primer semestre cinematográfico en el Santos), aparte de Ronaldinho Gaúcho (que venía ensayando una buena vuelta), el carioca distraído no parece creer que nuestra selección sea una de las favoritas de esta Copa.

Al contrario, es claro, lo que la masacre publicitaria de siempre intenta imponer. Pero hasta en eso hay un divorcio explícito entre lo que se esperaría en vísperas del mundial y lo que se ve –desde que acompaño al fútbol, esta es la Copa en que menos se pueden ver banderas y calles pintadas por la ciudad

En este momento somos una nación distraída, con frío y sueño.

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El mayor dramaturgo brasileño se llamaba Nelson Rodrigues y, junto con su enorme producción para el teatro, era un crítico deportivo apasionado por el fútbol.

Antes de que venciéramos nuestro primero mundial en 1958, cuando “dejamos de ser un país de ordinarios”, Nelson escribió que “la selección brasileña significa todos y cada uno de nosotros. Al fin, ella traduce una proyección de nuestros defectos y de nuestras calidades. En 1950, pasó más que el revés de 11 sospechosos, lo que hubo fue el fracaso del hombre brasileño.”

Nada más opuesto a 2010, cuando esta selección europea de Dunga es una banda de alienígenas.

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Y que la Copa – ¿cuándo es que empieza? – nos guarde alguna sorpresa.


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JP Cuenca (04.08.1978) nació en Rio de Janeiro y es autor de las novelas El día Mastroiani, Corpo presente y O único final feliz para uma historia de amor é um acidente.

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