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lunes, 17 de mayo de 2010

El sexo contra el amor

Por SERGIO XAVIER

Ya se convirtió en una tradición. Placar cumplió 40 años y en los 10 últimos hacemos una guía de las Ligas europeas. En cada una de ellas nos arriesgamos a anticipar el campeón de cada país. Oímos a 11 periodistas europeos y suramericanos que eligen a los vencedores de la Champions y de las Ligas en Alemania, Inglaterra, Francia, Portugal, Italia y ... España. El resultado de nuestro sondeo fue curioso. Ocho votos para el Madrid, dos para el Barça y uno para el Chelsea.

Es evidente que nuestra selección fue contaminada por el dinero. No es que hubiéramos recibido algún euro para votar a éste o a aquél. La fortuna desparramada en el Santiago Bernabéu influenció demasiado la votación.

Kaka, Cristiano Ronaldo y Benzema son nombres convincentes. Nuestros votantes quedaron esta vez impresionados con la variedad de las compras madridistas. En otros años, los dirigentes blancos entraban en el supermercado mundial del fútbol y se quedaban solo en la sección de golosinas. Gastaban todo con los delanteros.

Esta vez, no. El Real invirtió en otros sectores del campo, compró volantes como Xabi Alonso, defensas como Albiol. Por todo ello, el Real Madrid de Florentino se convirtió en favorito en la guía de Placar. Y, al final, no levantó ninguna copa. No consiguió la Champions, tampoco la Copa ni la Liga española, básicamente porque el Barça de Guardiola no le dejó. Podremos invocar a Messi en esta discusión. Decir que el argentino es especialísimo y que, por ser de otro planeta, cuenta con superpoderes, y que desequilibró el campeonato. El argumento es correcto. Messi no solo demostró un talento espectacular sino que no dejó de dar aliento a su Barça. El argentino lo tiene todo para ser un cai-cai (esos jugadores que se caen a menudo y están más en el suelo que de pie). Lo tiene todo. Es pequeño, rápido, vive al límite bordeando rivales, con encuentros constantes sin espacios para desarrollar su magia. Pero él siempre halla el camino correcto, entre esquinas y bordes peligrosos, para marcar la diferencia con goles tan bellos que parecen imposibles.

Messi no busca el penalti o la faltinha ni tampoco está preocupado en sacarle tarjetas a los defensas rivales. Los árbitros percibieron eso y solo pasan a indicar las faltas verdaderas. Saben que cuando Messi se cae es porque lo han tirado de verdad. Es falta incuestionable. Así, el argentino se agiganta y entra en la historia del fútbol. El Barcelona fue campeón español mucho en función de lo que dio Messi, sí, pero no fue solo eso. El Real no solo fue subyugado por el rival en función de un talento individual. Tuvimos un combate de un equipo de plástico, hecho en un laboratorio, contra un equipo de fútbol auténtico. El Real tenía un caro y bonito proyecto. El Barça era verdadero. El Real, como un rascacielos de Dubái, intentó ser levantado en una semana con las mejores construcciones prefabricadas. El Barça fue construido ladrillo a ladrillo, pacientemente.

Valdés, Iniesta, Puyol, Xavi, Messi, Piqué, Busquets, Pedro y Bojan son el alma de un equipo construido sin prisa a lo largo de los años. Otros jugadores, como Ibra y Dani Alves, se sumaron a esa base, dando más valor. Pero ya existía una idea de fútbol. Fue esa filosofía la que dejó atrás al Madrid, hecho con el atropello del mundo moderno, donde se cree que vale todo. Si nos arriesgamos en una metáfora con las relaciones personales, el Madrid sería el sexo. Y el Barça, sin duda, el amor.


Publicado en el diario El Periódico de Catalunya (17.05.2010).

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